Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1869-1871 (Cortes Constituyentes de 1869 a 1871)
Sesión: 1 de junio de 1869
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Respuesta al Sr. Figueras. Respuestas al Sr. Ferrer y Garcés
Número y páginas del Diario de Sesiones: 87, 2.469, 2.470, 2.471, 2.472
Tema: Situación de Antequera tras las elecciones municipales. Bando antirrepublicano del gobernador de Lérida

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): Tiene razón el Sr. Figueras en lo que se refiere a la situación especial de aquel pueblo con respecto a su ayuntamiento. Se procedió a la elección del ayuntamiento de Antequera en tiempo oportuno; pasaron las actas de la elección a la aprobación de la Diputación provincial, pero daba entonces la casualidad de que no había Diputación provincial en Málaga. Con este motivo, la Diputación que debiera existir entonces, no pudo cumplir con la ley que marca un plazo para resolver las cuestiones de actas de elecciones de los ayuntamientos. Se nombró después la Diputación; había pasado el término que la ley marcaba, y pasado ese término, en realidad no hay otro en la ley que obligue a la Diputación a resolver la cuestión en un plazo dado: la Diputación provincial de Málaga no ha resuelto la cuestión todavía: sólo el respeto que el Gobierno tiene a las corporaciones populares ha podido influir para que esa cuestión no esté ya hace tiempo resuelta. Sin embargo, el Ministro de la Gobernación, al ver que aquella Diputación provincial no resuelve ni en contra ni a favor de las actas del ayuntamiento de Antequera, tomó sus disposiciones hace algunos días, y ha marcado un plazo de ocho, que ya está corriendo, a aquella Diputación: si la Diputación no lo hace, lo hará el Gobierno.

El Gobierno, pues, no ha podido hacer más, dado el respeto que se merecen las corporaciones populares, y dado, sobre todo, el cumplimiento de la ley, que debe el Gobierno respetar más que ningún otro ciudadano. Pero yo aseguro a S. S. que si en el término marcado la Diputación provincial no cumple con su deber, el Gobierno lo [2469] cumplirá, y el ayuntamiento de Antequera será puesto en posesión, si las actas deben aprobarse, o si las actas se desaprobaran, se mandará proceder a nuevas elecciones.

Eso es lo único que puedo decir al Sr. Figueras, dándole la seguridad de que se cumplirá la ley en Antequera como en todas partes de España.

 El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): El Gobierno tiene en efecto noticia del bando publicado por el Gobernador de Lérida a consecuencia de la votación de las Cortes Constituyentes respecto de la forma de gobierno; pero el Gobierno no tiene noticia de que el gobernador de Lérida haya calumniado ni haya inferido las ofensas que el Sr. Ferrer y Garcés supone, ni a la minoría republicana, ni a los Diputados de aquella provincia, ni a las Diputaciones provinciales, ni a las corporaciones populares de la misma.

Señores, el bando del gobernador de Lérida fue dado bajo la impresión de que se proyectaba una manifestación hostil contra el acuerdo tomado por las Cortes Constituyentes; y el gobernador, bajo esa impresión, publicó un bando, en el cual casi, no, sin casi, se refiere exclusivamente a las manifestaciones que pudieran hacerse en protesta de los acuerdos tomarlos por las Cortes Constituyentes; pero en ese bando no se ataca en realidad ningún derecho; en ese bando se hace referencia a falsos apóstoles que han conquistado con falsas predicaciones ciertos puestos, y está muy lejos de referirse ni a los Diputados de aquella provincia ni a los Disertados provinciales.

El gobernador llegó a la provincia y se encontró con una provincia en gran parte carlista; pero ¡cosa singular! Se encontró con que los que siempre habían sido carlistas, los que habían perseguido a los liberales, los que habían combatido por todos los medios a los liberales, se hallaban disfrazados de republicanos. (Murmullos en los bancos de la minoría republicana) Es extraño esos murmullos cuando deben saberlo los señores de enfrente como yo: pues qué, ¿se puede dudar de que hay muchos carlistas de ayer, republicanos hoy y republicanos muy exagerados?

Pues bien, esto ha sucedido en la provincia de Lérida, y como esos que han sido siempre carlistas, que nos han combatido constantemente y que son nuestros eternos enemigos, con disfraz de republicanos han conseguido ciertos puestos en los clubs, en las sociedades, en la reuniones de republicanos y hasta en las corporaciones municipales en algunos pueblos, a ésos y no a otros se refiere el gobernador de Lérida al hablar de falsos apóstoles de ideas que no profesan.

¿Por qué, pues, cuando no menciona a la minoría republicana, ni a los Diputados provinciales, ni a ninguna corporación en particular, por qué, pues, el Sr. Ferrer y Garcés ha de creer que se refieren a esas corporaciones y a esa minoría republicana esas palabras ofensivas, y no a ésos que verdaderamente son falsos apóstoles de ideas que no profesan ni han profesado jamás? Yo tengo tanto más motivo para creerlo así, cuanto que el gobernador de Lérida, cumpliendo con las instrucciones que yo doy a todos los gobernadores de que me digan el estado en que se encuentra la provincia, las personas influyentes, la situación política en que se encuentran, al cumplir con este deber como todos los demás gobernadores, al escribirme reservadamente y al manifestarme su opinión respecto de las cosas y personas de la provincia que está bajo su mando, me hablaba de los Diputados de la minoría republicana de aquella provincia con la consideración, el respeto y elogio que ellos se merecen.

Y yo le pregunto al Sr. Ferrer y Garcés: ¿Se concibe que un gobernador, hablando reservadamente al Ministro, hablando en confianza al amigo, le diga que esos señores son buenos, que son de opiniones arraigadas, y que aun cuando no opinan como el gobernador, sin embargo, sus opiniones son respetables, que son personas de buena reputación y que tienen verdadera influencia en aquella provincia; se concibe que el gobernador que dijo esto particularmente al Ministro de la Gobernación diga poco después en un bando público todo lo contrario? Señores, se comprende que hubiese sido al revés pero no se comprende eso otro, no se comprende que se diga reservadamente que esos señores cumplen con su deber dentro de las ideas que ellos profesan, y luego públicamente en un bando se les llame falsos apóstoles. El gobernador de Lérida habla de falsos apóstoles, y el Sr. Ferrer y Garcés y los Diputados de aquella provincia debieron comprender a quiénes iba dirigida la alusión, porque hay falsos apóstoles en aquella provincia, como los hay desgraciadamente en todas, y es necesario que las autoridades y todos contribuyamos a quitar las caretas a todos los falsos apóstoles, a ponerles desnudos, y que se presenten tales como son y no tales como aparentan ser, en lo cual ganará mucho la libertad y la revolución.

Por lo demás señores aparte de que me he detenido [2470] demasiado porque quiero quitar a los Diputados de la minoría republicana, compañeros nuestros, el escozor que puedan tener de que aquella autoridad se haya dirigido a ellos; aparte de esto, no tengo aquí el bando a la vista, pero es la verdad que aquel gobernador no ha negado ningún derecho, no ha mermado ninguna libertad. y si no yo pregunto al Sr. Ferrer y Garcés: ¿antes del bando y después del bando hay algún hecho concreto por el cual podamos condenar la conducta de aquel gobernador respecto al ejercicio y libertad de los derechos individuales? ¿Después del bando, el mismo día del bando, no se reunían los republicanos, no tenían grandísimas reuniones, no discutían con amplísima libertad todo lo que les parecía, incluso el acuerdo tomado aquí por las Cortes Constituyentes? ¿No hay un periódico en aquella capital que el mismo día del bando, después del bando, ayer y antes de ayer y todos los días, viene discutiendo amplísimamente, dentro de la esfera de sus ideas, a pesar de que las Cortes Constituyentes han votado la forma de gobierno que ha de regir este país, no viene atacando en casi todos sus artículos con ese grito de "abajo los reyes", a pesar de que las Cortes Constituyentes han dicho arriba los reyes? ¿Y, qué ha hecho el gobernador? El gobernador no ha hecho nada; le ha dejado decir lo que quiera, y no se ha metido con él.

¿No ha habido en la provincia grandes reuniones a donde han sido convocados los comités republicanos de toda ella en una especie de federación? ¿No han discutido ampliamente, larguísimamente, todo lo que han tenido por conveniente? Pues yo pregunto al Sr. Garcés: ¿hay algún derecho que haya sido cohibido en aquella provincia? ¿Hay alguna libertad que haya sido mermada? ¿No es perfectamente libre en aquella provincia el pensamiento, la palabra, la conciencia, la reunión, la asociación, en una palabra, no se hallan todos en el pleno ejercicio de los derechos individuales? Pues si no hay un hecho concreto de aquella autoridad por el cual pueda suponerse que trata de mermar ni escatimar en nada los derechos individuales, ¿qué quiere el Sr. Garcés que le conteste? ¿Que el gobernador de la provincia ha dado un bando bajo la impresión de que se iba a hacer una manifestación hostil en contra del acuerdo tomado por las Cortes, y que quiso impedir, por medio de ese bando, que tuviese lugar esa manifestación? ¿Y ha obrado mal en esto el gobernador de Lérida? Yo creo que no; yo, creo que el gobernador, en el deseo de evitar esa protesta contra el acuerdo de las Cortes Constituyentes habrá podido dar ocasión a que se crea que ha tratado de mermar en algo los derechos; pero realmente no los ha mermado, sino que tan sólo ha dicho que seria un delito de lesa majestad la protesta contra las Cortes Constituyentes; y así es que el gobernador no dice que va a tomar tal y tal determinación. ¿Y puede por eso sólo, señores, acusarse a una autoridad digna, que ha cumplido con su deber bajo las difíciles circunstancias que ha atravesado la Nación, en dos provincias que se han puesto a su cuidado?

Por consiguiente, resumiendo, contesto al Sr. Ferrer y Garcés que el Gobierno tiene noticia de ese bando del gobernador de la provincia de Lérida; que no tiene noticia de que haya querido inferir injuria ni calumnia a los Sres. Diputados a Cortes de aquella provincia, ni a las corporaciones populares de la misma; y el Gobierno ha creído que no debía tomar medida ninguna contra esa autoridad, porque en opinión del Gobierno no la merece, dada su buena intención, dado que no ha cohibido el ejercicio de ningún derecho, dado que ha tratado nada más que de evitar una protesta, una manifestación hostil contra un acuerdo de las Cortes Constituyentes; por eso el Gobierno cree que no está en el caso de tomar medida ninguna que pueda lastimar a esa autoridad, que hasta ahora se ha conducido bien, y que es de esperar se conduzca igualmente bien en adelante.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Martos): El Sr. Ferrer y Garcés tiene la palabra.

El Sr. FERRER Y GARCÉS: El gobernador de Lérida había dicho, en mi concepto, que los Diputados de la minoría republicana, y en particular los de la provincia, estábamos aquí en virtud de falsas predicaciones, de seductoras promesas, y extraviando las opiniones de algunos incautos que habían servido de escabel a nuestras ambiciones. Esto había dicho el gobernador en su bando, y el Sr. Ministro de la Gobernación ha añadido a esto que estábamos aquí por el voto de carlistas disfrazados (Muchos Sres. Diputados: No, no.)'

El Sr. VICEPRESIDENTE (Martos) Sr. Diputado, S. S. ha anunciado una interpelación si no se conformaba con la pregunta.

El Sr. FERRER Y GARCÉS: Pues bien, anuncio la interpelación al efecto al Sr. Ministro; y si no tiene inconveniente, ruego se me permita explanarla en el acto.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Martos): El Sr. Ministro de la Gobernación tiene la palabra.

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): Quiero deshacer ante todo una equivocación de S. S., y es lo de que yo haya dicho que los Diputados a Cortes de aquella provincia están aquí por el voto de los carlistas. Yo apelo a todos los Sres. Diputados (Muestras de afirmación): yo no he dicho semejante cosa; lo que yo he dicho es que los falsos apóstoles de que habla el gobernador de la provincia de Lérida son aquellos carlistas que hay allí, que de repente se han hecho furiosos republicanos y que se disfrazan de republicanos, ¿para qué? Para conseguir la presidencia de un comité republicano, para conseguir un puesto en esos comités, para tener entrada en las reuniones republicanas, para conseguir un puesto en las corporaciones municipales, como muchos lo han conseguido. Y de que el gobernador de Lérida hable de falsos apóstoles que han predicado también falsas ideas, utópicas ideas, para conquistar ciertos puestos, ¿se deduce que esos puestos son los de Diputados a Cortes? Pues qué, ¿no hay más puestos en el mundo que el puesto de Diputado a Cortes? ¿Por qué ha de creer el Sr. Ferrer y Garcés, por qué ha de insistir S. S. en que el gobernador se refiere a los Diputados de aquella provincia? ¿No he dicho que tengo yo cartas de aquella autoridad, cartas que puedo enseñarle a S. S., cartas que puede ver S. S. cuando quiera, en las cuales se dice precisamente lo contrario? ¿Por qué, pues, al hablarse de falsos apóstoles ha de atribuirse el Sr. Garcés esas palabras a S. S y a sus amigos? Yo no me las atribuiría, porque me haría poco favor.

Conste, pues, que yo no he dicho que S. SS. estén aquí por el voto de los carlistas. Supongo, sin embargo, que algunos votos les habrán dado los carlistas porque sabido es que en las provincias en que los carlistas no tenían candidato natural, preferían votar a los republicanos mejor que a los monárquicos. Eso ha pasado en todas las provincias en que los carlistas han tomado parte y no han tenido candidatos. (Murmullos en la minoría.) Señores, esta es una cuestión de apreciación: quiere decir que vosotros creéis que esto no es cierto; yo creo que sí es cierto; vosotros creeréis tener razón, y yo creo que soy el que la tengo. Sea enhorabuena; esto no lastima en nada ni yo procuro lastimar en nada a la minoría republicana [2471]. Por lo demás, si al Sr. Ferrer y Garcés no le satisfacen estas explicaciones, que yo creo que sí deben satisfacerle; si el Sr. Ferrer y Garcés insiste en que esas palabras falsos apóstoles s refiere a S. SS., yo deseo que se lea el párrafo entero del bando para que se vea en qué error está el Sr. Garcés; y por último, si todavía no le satisfacen estas explicaciones, estoy dispuesto a contestar a S. S. cuando quiera y como quiera.



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